El sistema clásico de cultivo intercalado de la milpa alimenta y nutre a las comunidades marginadas
This story is also available in English: Classic milpa maize intercropping system feeds and nourishes marginalized communities
El cultivo intercalado tradicional de la milpa —en el que el maíz se cultiva junto con frijoles, calabazas y otros cultivos— puede proporcionar un suministro vital de alimentos y nutrientes esenciales a las comunidades marginadas y con pocos recursos de América, según un estudio publicado en Nature Scientific Reports.
Una hectárea de milpa compuesta por maíz, frijoles comunes y papas puede satisfacer las necesidades anuales de hidratos de carbono de más de 13 adultos, proteínas suficientes para casi 10 adultos y un suministro adecuado de muchas vitaminas y minerales. Basado en datos de casi 1.000 hogares de 59 viviendas del altiplano occidental de Guatemala, el estudio es el primero que relaciona la diversidad de cultivos de milpa con la capacidad nutricional, utilizando múltiples parcelas y combinaciones de cultivos.
“La producción de milpa en torno al maíz adaptado localmente sigue siendo un alimento esencial y un medio de vida nutricional para las comunidades aisladas, a menudo indígenas, en todo México y América Central, y puede adaptarse para mejorar su seguridad alimentaria y nutricional, junto con la de los pequeños agricultores en entornos similares”, dijo Santiago López-Ridaura, especialista en sistemas agrícolas y adaptación al cambio climático en el CIMMYT y autor principal del artículo.
El altiplano occidental de Guatemala es una de las regiones más pobres del mundo: una zona montañosa, mal atendida por los mercados y donde las comunidades golpeadas por la inseguridad alimentaria y la desnutrición siembran cultivos a alturas de hasta 3.200 metros, según Cristian A. Reyna-Ramírez, coautor del estudio de la Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco (México).
Natalia Palacios Rojas, experta en calidad y nutrición del maíz del CIMMYT y coautora de este artículo, señala que los cálculos de éste y otros estudios sobre la milpa consideran los nutrientes esenciales en bruto, y que es necesario investigar la contribución nutricional de los alimentos cocinados y de los que no son de la milpa, como las aves de corral, el ganado, los productos de los huertos domésticos y los alimentos comprados, que, dado que la mayoría de los hogares de pequeños agricultores que practican la agricultura de la milpa tienen mucho menos de una hectárea de tierra, son fuentes de alimentos complementarios esenciales. Los trabajos futuros también deben abordar los efectos del almacenamiento de los productos de la milpa en su estabilidad de nutrientes y cómo la disponibilidad estacional de los cultivos de la milpa impacta en las dietas y la nutrición.
Este trabajo fue financiado por la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés) como parte de Feed the Future, la iniciativa del Gobierno de los Estados Unidos sobre el hambre global y la seguridad alimentaria, en el marco del proyecto Buena Milpa, y con el apoyo del Programa de Investigación de Maíz del CGIAR (MAIZE).